Desde niño, y no me canso de observa, me gustan las noches de la bahia de Cádiz, especialmente las de primavera. Tienen algo especial, huelen a levante que suele parecer que anda queriendo saltar, son noches especiales.
Las luces de los bote que aprovechan esta tranquilidad para echar unos lances en el castillete o en el puente, el de carranza.
El paseo invita a andar, solía hacerlo ya de niño, eran paseos aventuras, cuando junto al agua, todos los chiquillos andabamos cijilosamente, observando la rocas, la palmeras, cualquier cosilla que nos permitiera imaginarnos una aventura, una accion.