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lunes, 17 de junio de 2013

COMO TÚ

Hola amigos seguidores. Ya está publicada la novela COMO TÚ, en la editorial BUBOOK.ES. Espero que os guste, yo al menos me lo pasé muy bien escribiendola. Abrazos loalka

lunes, 29 de octubre de 2012

Una Noche de Primavera en la Bahia

Desde niño, y no me canso de observa, me gustan las noches de la bahia de Cádiz, especialmente las de primavera. Tienen algo especial, huelen a levante que suele parecer que anda queriendo saltar, son noches especiales. Las luces de los bote que aprovechan esta tranquilidad para echar unos lances en el castillete o en el puente, el de carranza.

El paseo invita a andar, solía hacerlo ya de niño, eran paseos aventuras, cuando junto al agua, todos los chiquillos andabamos cijilosamente, observando la rocas, la palmeras, cualquier cosilla que nos permitiera imaginarnos una aventura, una accion.

AGRADECIMIENTOS

Hola buenos días mis queridos lectores y seguidores. Mis dos novelas publicadas son, DIARIO DE UN NÁUFRAGO- LA CRUZ DE ZAHARA Y DIARIO DE UN NÁUFRAGO -EL SUEÑO DEL NÁUFRAGO; están en BUBOK.COM en papel, y en AMAZON .ES en ebook o libro electrónico. gracias por leerme paco

domingo, 25 de abril de 2010

Dos mundos, dos vidas, o tal vez una. Miguel y Arturo, la razón y la emoción, unidas por la creatividad de la noche y el viento húmedo de la bahía de Cádiz.
Miguel, un escritor más vocacional que profesional, nos irá narrando su novela a la vez que nos cuenta su historia personal y nos permite conocerlo y entenderlo, identificarnos con él, con su historia, sentir como nuestra la historia de aquel viejo barco, el “Como tú” que le dará título al borrador que está escribiendo este otoño, y que su protagonista es nuestro otro personaje, Arturo, que no deja de ser una parte de Miguel, quizás la más emocional, la que no hace lo que debe si no lo que siente, llevado más por los sentimientos que por la razón y alejado en todo momento de los cánones y obligaciones sociales……
Una novela que deja a un lado los estereotipos, los tópicos, que rehúye de la monotonía y que te hace pensar en una nueva forma de vida, porque es posible vivir de otra manera…..









1

Enciendo el flexo, quiero empezar una novela, no es la primera; la anterior duerme en el cajón de los borradores; tengo algunos guardados y olvidados esperando a corregirlos alguna tarde de invierno, es cuando me gusta escribir. Pero bueno, todos los años por las mismas fechas, se me antoja, retocarlos, y siempre cuando paseo por la bahía, pero ya estoy acostumbrado, siempre pienso lo mismo y hasta ahora no lo he hecho nunca. Siempre escribo algo nuevo, nunca me gustan esos borradores, las idea sí.
Empezar siempre me ha sido también difícil, quizás por mi necesidad de escribir, es más esto, necesidad, que por supuesto habilidad, soy de los que me dejo llevar, busco esa iluminación, la inspiración, la magia de la creación, y cuando llega escribo y escribo, creyéndome que me gustará, pero no pienso lo mismo cuando considero que he terminado, y lo guardo, para más adelante seguir trabajando como si fuera de verdad un escritor, pensando en corregirlo, repasarlo, terminar satisfecho en una palabra, pero no, nunca lo estoy y ahí están, en el cajón de los borradores ya olvidados.

Escribo unos renglones, y como por magia, aparece el personaje y con él, el temor de ser el mismo reflejo del espejo, como siempre, me digo, lo pienso. Y sigo y aumentan los párrafos y los folios con ese temor de ser yo mismo , tal cual.

Y me miro y no se lo que escribo en realidad, pero escapo y me introduzco en la historia, toda una aventura que voy viviendo, literalmente.
Al principio, los folios en blancos me bloquean, me dan una especie de respeto, pero por lo que veo, aunque solo sea por un rinconcillo, aparece el del espejo que sigue protagonizando ese yo que sé qué estoy escribiendo.


Una mañana, hace tiempo, un buen amigo me dijo que mis prisas eran huidas hacia ninguna parte. Aquellas palabras las volví a recordar, al sentir la impotencia que produce el fracaso inexorable al que fui viendo mi vida.
Y a la luz del flexo, en mi dormitorio, en compañía de mi perro, mis libros y mi equipaje, invento otra historia que va saciando esa necesidad de escribir que tanto siento.

En mi dormitorio lo tengo todo, absolutamente todo lo que poseo en la vida, mi realidad es ésta, la que vivo día tras día entre estas paredes verdes que yo mismo he pintado. Mi perro blanco, un bodeguero inseparable, mis libros, mis ropas, mis recuerdos, etc. muchos libros que sin ellos no seria capaz de vivir, serán siempre inseparables, vivirán mas que yo.

Mis cosas, muchas de ellas son objetos que podría tirarlos, pero no lo hago, a veces lo pienso, pero por ejemplo, una tetera antigua de alpaca. De pequeño me infundía la lámpara de Aladino, por la forma que tiene, por la tapaderilla ya un poco doblada que no encaja en su sitio, por ahí la tengo, no me vale para nada, aparentemente, o una pluma sin tinta, un cenicero de madera con forma de zapato, ahí están, guardados en cajas con mas objetos que no valen para nada. Siempre dije que los recuerdos tienen vida, fueron vida, pertenecieron a una vida, circunstancias de una vida, momentos, aunque se hayan olvidado. Otra generación, ya olvidada. Pero en cambio los tengo ahi, en el rincón detrás de la puerta, para el momento que tenga ganas de recordar y que hasta ahora no ha llegado, porque entre otras cosas me entristece , pero se que cuando los miro, me hacen mirar hacia atrás con cariño.

Hay momentos para todo en mi dormitorio, a pesar de su pequeño tamaño, de sus enormes limitaciones: estudio , leo mucho, navego por sus paredes verdes oscura, profundas y serenas como un bosque frondoso que nos envuelve entre sus grandes árboles y abrazan con sus ramas. En él paso las horas que me permite el tiempo libre para descansar, al medio día después de comer, y cuando vuelvo ya a eso de las nueve de la noche, que es cuando saco al perro y paseo por la bahía y es cuando bajo las sombras de cada palmera, con cada luz de algún barco, con cada cosa que observo, huelo y siento a inspiración en el aire de sal y levante, y me acuerdo de mis borradores olvidados de otros inviernos.

Recuerdo de jovencito al volver del colegio que descargaba los libros en mi estudio que estaba al fondo de la casa, al final del pasillo a la derecha, abría la ventana y veía la enorme bahía vistiéndose de noche, de oscuridad silenciosa y tranquila.
Por aquel entonces escribí el primer borrador. La historia me gustaba. Está entre todos los demás, duerme, espera a que llegue su momento, como los demás que fueron llenando ese cajón. Cada vez que me asomaba a la ventana en aquellos atardeceres veía encenderse las luces de aquel barco donde vivía un hombre mayor, entre pescadores y botes de maderas fondeados en aquel rincón de la bahía húmeda y silenciosa. Hoy han pasado algunos años y veo casi las mismas vistas y siento la misma necesidad de entonces con alguna diferencia, antes imaginaba mas, ahora la vida me ha dado algunas historias de mas para contar.

La vida ha cambiado bastante en estos últimos años, lo suficiente como para pensarme a que dedicar la pequeña ultima mitad de mi existencia. La crisis es el centro de atención de todo el país, del mundo entero.
-Como siempre- me digo,- desde que tengo uso de razón no he oído nada distinto. A veces pienso que todo va a saltar por los aires y me incluyo por supuesto entre los afectados. Esto en otra época hubiera sido una guerra, seguro,- y se lo digo y cuento a mi perro que me mira de reojo como el que no quiere la cosa, y es que a él le debe de dar igual y yo me alegro y me preocupo, de que así sea. Me reconforta el protegerle. Es mi amigo inseparable.

Los folios me introducen poco a poco en mi historia, en mí voy notando la inspiración como una luz , me distrae las rachas de viento frió que entra por mi ventana abierta, hace frío, y me voy de nuevo a la cabina del supuesto velero que me espera en el embarcadero próximo a casa, a llenarlo de provisiones, y de ilusiones, para unos cuantos días, tampoco me da mi presupuesto para mas, soy pobre y en paro, como muchos mas en mi ciudad, huérfanos de la generación de la guerra civil, que por naturaleza y por cansancio nos dejaron en primera línea de fuego, pasándonos el turno de vivir

CAPÍTULO 2:

Arturo llega de noche al embarcadero del club, saluda al marinero de guardia, paquito. Éste aguarda en una caseta de madera a la entrada, recién pintada de blanca.
El viento frío silencia los brazos que se levantan como para comentar algo. "El frió no deja hablar" piensa Arturo, mientras camina mirando hacia bajo, rebuscando en los bolsillos del chaquetón de marino, gastado y viejo, de lluvias y vientos, de sal y humedad, mientras llega al "Como tú", así se llama su velero, las llaves del barco aparecen . Las manos las tiene heladas, casi le duelen, es la primera noche de frio en este recién entrado invierno.

Cuando entra en el camarote enciende las luces y ordena las cosas que ha traído.
Entre ellos, libros , los de siempre, sus libros, cuadernos, lápices, estos van a la mesa del capitán que la abre y mete dos cuadernos donde recoge sus anotaciones y en el otro su borrador, es escritor y lleva tiempo buscando el momento, la magia, su inspiración.

Arturo quiere soltar amarras y no sabe aun hacia donde y le da respeto precisamente eso, el no saber hacia donde ir. el mar no deja huellas, sino estelas que se olvidan y se pierden entre olas y espumas blancas, como brisas que golpean las velas y desaparecen, vienen y se van. No sabe cuando partirá, duda, pero en su interior entiende que debe partir, desea partir, sentir la sensación de libertad que provoca el mar, inmenso y profundo e infinito; y que se perderá en el silencio de los océanos y así escribirá el borrador de novela que saciara su necesidad de escribir.

- Buenas noches
- Hola Paco, de guardia verdad?
-Toda la semana - Paquito le dio dos vueltas al cabo de popa al pantalan- se esta soltando,-dijo, cuando termino tiro el cabo - me han comentado que se va usted, es cierto?- pregunto directamente. Desde el primer momento Arturo noto su curiosidad, en la forma, en el momento de atar el cabo, en esos instantes de silencio, cortos, de indiferencia o en la mirada de paquito el marinero, algo tímido, de habla ligero, de mirada lejana.

Se hizo un silencio, provocado quizás por el frío de la noche, el aire cortante, Arturo invito al marinero a entrar, pero este le agradeció el detalles
- hace frío- dijo Arturo
- me lo prohíben- añadió paquito
- te puedo ofrecer un chupito de güisqui
- eso si me vendría bien, calienta los huesos, a esta gente le da todo igual, sabe,
- supongo- añadió Arturo pasándole la petaca desde la bañera alargando el brazo
. Me ven subiendo y son capaces de pensar que no vigilo- le pegó un trago, al terminar se la pasó a Arturo
- son jodidos estos tíos ¿no?-bebió un buche
-bastante, será mejor que vuelva a la caseta
- pues si hombre me iré
- si ¿en serio?, va lejos?, quien pudiera hacer lo mismo, les iban a dar por el culo a esta gente, por cierto comentan que va solo, es cierto?, es usted capaz
- no me hable de usted paco por favor, si voy solo y lejos, paco
- en esta época es peligroso Arturo, los guiris llegan contando los maretones que se encuentran por ahí, si supieras
- lo se, voy costeando paco, y mi idea es dormir en puerto
-jo, que bueno, quien pudiera, cuándo se va?
- no lo se aun, estoy en ello, igual me quedo a vivir aquí- bromeo
Rieron , paco bebió un sorbo mas y le paso la petaca a Arturo. Paquito se despidió con mirada baja, la gorrilla le tapaba la frente y con el cuello alto, apenas se le veía bien el rostro. Era bajito y un tanto grueso, tenia un aire infantil. Los andares de regreso a su caseta de guardia eran lentos y cabizbajo. El viento frío silenciaba aun mas la noche.

Una vez en su camarote Arturo leyó un párrafo de Robinsón cuando reflexiona sobre su pasado y su presente. algo así fue a pensar cuando sintió lo que se siente al emprender una sensación en solitario que jamás se creyó que afrontaría de verdad, llegaba el momento de soltar amarras, pero no, era demasiado tarde y paco el marinero pondría el grito en el cielo. Arturo río para si. Devolvió el libro a su lugar en la estantería justo arriba del sofá.



3
La ventana está abierta media hoja, esta noche la calma es total en la bahía, ya había visto noches así pero no como ésta, cada noche es distinta. El cielo está lleno de nubes bajas que le dan un tono grisáceo. A lo lejos el sonido de un motor fuera borda atraviesa poco a poco la bahía, imagen que observo mientras fumo un cigarro y vuelvo a mis folios, y me introduzco de nuevo en mi historia, disfrutando de cada párrafo que forma una vida, un momento.

Esta noche la siento como especial, real, el borrador me va sacando de mi gran apuro y mi imaginación me lleva a donde quiere, la magia, gozo de la inspiración y me satisface.

Me fumo un cigarro asomado a la bahía, la noche silenciosa invita a soñar, me envuelvo en ella, en su paz, en su regazo, es como si pudiera desprenderme del resto del día, aprovecho el momento y vuelvo a mis folios, acordándome de aquel barco, el que más me llamaba la atención cuando niño, el “Como Tú”. Precioso barco, recuerdo cada tarde al anochecer, las luces de aquel yate convertido en vivienda de un solitario, me llamaba mucho la atención aquella imagen.
Hoy, igual que ayer la bahía está, algo cambiada, pero está, en definitiva, mientras que los momentos, la vida pasa y pasa y miles de historias con ella, circunstancias que se echan al olvido. Igual la magia está en ella y tan solo yo transcribo como puedo lo que me cuenta al oído. Y es que la naturaleza ya se sabe, su alma debe de existir en alguna parte.

Me suena el teléfono móvil, lo cojo y lo pongo en silencio como acto reflejo, ya estoy acostumbrado, para no despertar a nadie, hago siempre lo mismo, en el piso vivimos dos:

- pensé que estarías despierto aun- su voz me tranquilizó, me alegro oírla, era Cristina.
-la verdad es que sí, estaba escribiendo,- le digo
- me gusta que escribas- cristina lo dice satisfecha de que así sea, por él, piensa, también ella descansa, se queda más tranquila también al oírlo, escribiendo como a ella le gusta, oyéndole bien, tranquilo, contento, y no porque él fuera nada extraño se decía a sí misma , sino porque le gustaba sus borradores, sus historias
-que haces?-pregunto
.-haciéndome la cena
-yo acabo de llegar, estuve con el perrilo dando un paseo, nada nuevo, tu sabes, cena y llámame, vale, así sigo, -Cristina sabe que cuando cojo el hilo, me gusta aprovecharlo, a ella realmente le gusta que yo me siente a escribir. Es uno de nuestros propósitos.

Cristina es una chica castaña, blanca de piel, sincera, somos amigos desde hace tiempo, nos llevamos bien. Una vez me regalo por mi santo una pluma , su funda era de madera y en ella me dejo una nota que guarde no solo en mi corazón. Nos reímos mucho recordando la dedicatoria. Desde hace unos tres años como buenos amigos, nos preocupamos uno del otro, nos queremos, además somos socios en el trabajo, cuando lo tenemos.

Cristina y yo tenemos en común muchas cosas, pero sobre todo tenemos magia; Un algo que nos atrae a estar juntos, y a estar bien. Ella vive con su familia, yo comparto casa con mi hijo.
Estoy esperando de nuevo la inspiración de lo que será mi futuro borrador cuando llaman de nuevo al teléfono, esta vez no es cristina, el numero no es conocido, tampoco son horas, decido ignorarlo, lo pongo en silencio, sigo leyendo el párrafo anterior al que lo deje, es curioso pero insiste, lo vuelvo a poner en silencio. Intento centrarme pero me preocupa cristina
-me has llamado desde otro numero?- le pregunto, lógicamente lo que me esperaba, no ha sido ella
-tienes el numero? -
-Si claro está en pantalla, son las tres de la mañana, llamare, venga te espero.




4

Arturo era un hombre que tenía cuarenta y ocho años, había trabajado en dos mundos distintos y en ambos le cogió las crisis, no obstante tuvo buenos y malos momentos, luces y sombras como cualquiera en el género humano. Estaba considerado un hombre educado y pacifico. Había llevado una vida normal, en el club de barcos lo conocían como buena gente, y que ahora andaba en paro, como casi todo el mundo en la bahía.

La idea del barco le vino como le vino la de vivir en él, fue un sueño de niño. Toda la vida, desde entonces, había deseado vivir en un velero, y así lo iba a hacer, sin mas, y que mejor ocasión que ahora, en plena necesidad de vivienda, y al borde de la pobreza. Los tiempos corrían por entonces grises, malos momentos económicos, poco trabajo, prácticamente nada. Se veía mayor para algunas cosas, para emprender nuevos proyectos desde cero, por ejemplo, deseaba desconectar del mundo, ¿dónde?, en los océanos, en los horizontes perdidos entre amaneceres y puestas de Sol. Pero Arturo no era valiente y sabía que ni por asomo iría tan lejos, venia de vuelta pero no de la mar.

Un día decidió hacer su última locura, hacerse el barco. Así que buscó un casco, lo encontró, no fue fácil, más que nada por las dimensiones, el estado de las maderas, y sobre todo, tenía que estar abandonado, porque carecía de dinero.
Y empezó a lijar un buen día, primero parecía acariciarlo con sus mano, después consiguió una maquina lijadora, hasta dejar este tan limpio de impurezas y la madera tan clara y rubia, que pareció un casco nuevo. La madera le gustaba y los cepillos antiguos que encontró en una caja de herramientas arrumbada, le sirvieron al principio y con gran esfuerzo, para lijar hasta donde la madera pareció nueva, sacándole así la belleza. No tuvo que cambiar tablones del casco, si los tornillos, con cuidado, uno a uno, con herramientas viejas y oxidadas.

Después pidió permiso en el club de pescadores y no le dijeron nada, solo, cuando explico mas menos de que se trataba, lo miraron, algunos con miradas envidiosas, otros lo disimulaban y otros se alegraban con el fin de distraerse, como saben hacer los pescadores jubilados.

Una vez hecho el casco, le siguió la cubierta, que la hizo nueva, las maderas estaban reblandecidas, la hizo más ancha hasta que le dio forma al velero, tabla a tabla y con puntillas y gatos. Después lo calafateo entero, con estopa que compro en un almacén de fontanería a menos precio del usual, por oferta y crisis. Por dentro lo hizo muy confortable, tenia baño completo, individual, estrecho. Cocina de autocarabana, así la encontró en Internet y el salón, un buen sofá con mesa y la mesa del capitán con un asiento cómodo. Al fondo, en proa el dormitorio, una cama amplia de matrimonio con ropero en la entrada, lo dejo muy bonito, barnizado en caoba. Era su casa, sintió cuando lo boto, allá en el embarcadero de la bahía, en el de toda la vida, en el que creció mirando al mar a sus luces por la noche, aquellos atardeceres, aquellos días buenos y malos.

Arturo se hizo un velero de madera de nueve metros de eslora y en él pensaba vivir los próximos seis meses de su vida.
En realidad le quedaba bien poco por traerse al barco, tenía todo cuanto tenia, prácticamente solo le faltaba lo que fue a la basura. Arturo era hombre sin bienes, solo objetos personales.

5
Es sábado y me despiertan las bocinas de un barco de los astilleros de enfrente, son las nueve y veinte y tres minutos, curioso me habia quedado dormido, me desperté de noche, está claro, me convenzo de ello al recordar, pués últimamente me despierto a las ocho.

Al levantar la persiana veo que la mañana esta ideal para pedalear y voy al garaje por mi vieja bicicleta que suena a los nueve años que tiene ya encima, pero como en la antigua canción, “si a mi me gusta que suene, pa que la quiero engrasá" me recuerda a esta vieja música que no sé en este momento a quién pertenece.

Empiezo, como siempre tomando un café cargado en el embarcadero y después por bajar hasta el otro club al fondo del paseo pedaleando y de momento me acuerdo de la llamada de la noche anterior, cojí el teléfono y vi un numero normal de nueve dígitos sin más. Dudé en llamar o no , hasta que desistí, era sábado no me apetecía para nada tener que conectar de nuevo con la rutina diaria , no, me digo y guardo el aparato. Me limito a sentir el esfuerzo muscular en la piernas al ir pedaleando, distrayendo la vista con las barquillas, las gaviotas, la pequeña brisa de poniente que aproa a los botes hacia mi, hacia tierra.

Voy pensando en mi personaje, en la acción, en su vida propia, le va haciendo falta, quizás, sin perder el hilo de lo que en realidad deseo escribir, aun sin quererlo, sin tenerlo claro. Ojala pudiera dedicarme a esto, pero solo es un borrador cargado de la magia de una ilusión. Pienso y pedaleo, en definitiva, me digo, es un trabajo mas, es ponerme, ¿por qué no?, podría hacerlo, solo si quiero, positivo, la magía, bueno así puede ser mi vida , una ilusión, una idea, un proyecto, ¿por qué no?.
Pedaleo hasta la zona de naves al final del paseo, siguiendo recto prácticamente, y veo que tengo la opción de seguir hacia delante siguiendo la costa de la misma bahía, fangosa, con la marea vacía, salada y húmeda del alba, romántica y silenciosa, atractiva, observo que puedo continuar y sigo, al sonido del óxido de mi bicicleta y alguna gaviota perdida.

Llego a unas construcciones de piedra antigua del siglo pasado o más, observo, sólo muros viejos, un viejo paso a nivel, cargado recuerdos de tragedias, y unos viejos barcos de pesca, solo unos pocos estaba decentes, navegables.

Me fijé en uno, dejado caer sobre la arena que aparecía con la marea vacía, de costado, en reposo, gastado y viejo, la pintura levantada como con escamas secas, las juntas separadas, abiertas, su forma podria ser un velero, echandole imaginacion, podria vestirlo de velero, pense, y me lo imagine con las velas blancas, al viento, y con un camarote comodo para el reposo en fondeo, y la toldilla de color blanco y azul y a todo lo demas, cabos, luces.

Bajé de la bicicleta y lo toqué con el tacto de los dedos, la madera estaba totalmente seca y la pintura agrietada, viejo y gastado, pero tenia la proa marinera, alta, orgullosa, podría hacer algo, encendí un cigarro. Miré la cubierta, tenia la forma ideal para velero.

Era grande y robusto, por su estado parecía abandonado, sentí curiosidad y mire dentro, aun tenia cabos atados y gastados, secos y duros; un viejo motor cubierto de óxido, debía de haber sido verde, estaba tapado por una caja de madera, rota por la base. Le busqué lo que debía de ser la matricula y no la encontré, después pensé en llevármelo sin mas, tampoco, me dije; al otro lado, observe que había dos hombres junto a unas casetas de maderas de colores diferentes, sobre todo reconocí que algunas eran las antiguas casetas de la playa.

-hola,- Saludé, obtuve un saludo algo parco en sonidos abiertos, murmuraron algo parecido a un, que hay!, no me extraño, pero me hizo cambiar de idea de preguntar
-le puedo ayudar en algo?- no me esperaba esta respuesta de uno de ellos,
-queria saber algo sobre ese viejo barco, - dije mirando directamente al que se ofreció. Uno de ellos, carraspeó y miró al otro. Ambos me miraron, después se miraron, entre ellos sí hubo sinceridad, complicidad. no hubo respuesta.
- ¿que quiere saber del bote ese?,- pregunto el tercero, el mas silencioso,- esta hecho polvo, lleva años así, su dueño ya no viene por aquí
- me lo quiero quedar, ¿me ayudareis?

Ya de vuelta, pedaleo tan contento como un niño, me puedo imaginar de nuevo el balandro arreglado y fondeado con las velas recogidas, el próximo verano, en cualquier cala del mediterráneo .



6

Arturo estaba cómodo en el camarote de su balandro, ahí lo tenia todo, sus objetos olvidados en el tiempo, su ropa, libros, recuerdos y su borrador de novela. Aquella mañana se sentía escritor, bohemio y pobre, féliz de ser así los próximos meses, sin ataduras, sin pensar en futuro, ni pasado, sólo recuerdos y el océano por delante. Empezaba a plantearse partir en breve, soltar amarras, levantar velas, tan pronto como fuera posible, no miraría hacia atrás.

Amaneció claro en la bahía, toda ella pareció mirar a poniente, los rayos entraron de lleno en el camarote a través del ojo de buey, lo que hizo que Arturo abriera los ojos, se despertara con la luz de pleno en la cara.

Abrió el tambucho y miro a su alrededor, refrescaba, había humedad, el alba de la bahía, el relente, como decían. Decide vestirse y tomar café. arrancar el motor y mientras se calienta las manos, en la barra del bar del embarcadero, rodeado de tres pescadores, busca vidas, ve que esta aun paquito el marinero y lo saluda.
Mientras vuelve hacia el balandro, va pensando si partir, si soltar las amarras. Arturo recorre en su memoria cada cosa imprescindible, inolvidable como el gasoil, agua, víveres, linterna y pilas, cabos, etc.

Mientras sale lentamente del muelle de levante, mira, recorre con la mirada el paseo, las casas, y le pasa por la memoria a modo de flash, muchos recuerdos, historias, momentos, y vuelve a mirar para adelante y pone el timón agarrado con el cabo y levanta primero la mayor y después levanto la Génova y esta recogidas después por sus escotas se llenaron de viento y en silencio se fue, se perdió en el mar.

Paquito, el marinero, lo contó asi, a los pocos días de que se marchara sin decir nada, cuando dos guardias preguntaron por él, en el embarcadero, en la barra del bar, al comodoro y al cabo, las cosas del club de la bahía, no pasó nada, estaba en su derecho de irse, igual le ha salido trabajo en otra parte, dijo pepe, otro de allí, buena gente, decía Paquito de él, de nuevo y con esa mirada lejana.

El foque tiraba fuerte con el viento casi de popa y con la ayuda de la mayor, El "como tú" apresuraba su marcha. La marea estaba alta, clara y fuerte, la bocana de la bahía, las olas hacían espumas, el balandro hacia unas espumas pintando estelas, Arturo era todo impresión, al timón, sentado, mirando como desaparecía la ciudad a lo lejos.

El viento apretaba, y el "como tú" escoraba de babor sin ninguna dificultad, las velas blancas y relucientes, el sol a cuarenta grados prácticamente de su altura, meciéndose con olas que iban y venían. Arturo puso el timón automático y bajó al camarote, fue la primera vez que bajaba en medio de la nada, a hacer lo que tenia pensado hacer, leer, escribir, estudiar, de repente una sensación de inseguridad, y subió de nuevo, observó todo el entorno, el vacío y bajó de nuevo. Se sentó en el sofá.

Arturo cogio su cuaderno de borrador, su pluma y empezó a escribir tal cual, ahí estuvo casi dos horas enteras, de vez en cuando miraba por el tambucho y otras encendía un cigarro, y ambas para ver el horizonte por proa.

El sol a noventa grados, se sentó con su cuaderno en el timón, al sol, estaba a gusto, el silencio era su compañera, escribió, y no le desagradó, para nada el silencio y su soledad.

En cuanto al rumbo, Arturo seguía la costa con la vista y con la carta de navegación, no estaba tan lejos, intentaba tomar mas confianza, la robustez del como tu le sorprendía por momentos.

La electrónica actual, pensaba, miraba y observaba su alrededor, “no te tienes porque quedar tirado“, aparte tenia un pequeño bote inflado atado en el espejo de popa. Estas palabras pasaban por su cabeza; no tenia experiencia en estos asuntos de navegar en solitario

- lo ves fácil,- le dijo uno, en uno de esos comentarios alla en el embarcadero,- esas cosas son arriesgadas, el mar no avisa,- y todo eso era cierto, pensaba arturo, como recordándose lecciones de comportamientos, esto esta mal, eso esta bien. No estaba para pensar negativo, en los posibles riesgos, había que pensar en positivo, esta era su vida, no podía sentirse así, no podía permitirse esos brotes de inseguridad, por el simple echo de estar solo. De ser un navegante solitario.

Arturo, desafiaba así a sus inquietos fantasmas, a sus intranquilidades, para quizás así fortalecer su vida. Estar solo en el mar, en su camarote le daba para mucho, el balanceo de la marea aun le distraía un tanto, salía y entraba, miraba las escotas, aseguraba otras, abajo miraba el portátil, previsión del tiempo para las próximas horas.
El "como tú" se escoraba con firmeza y seguridad, estaba bien calculada la relación estructura peso, velas y ángulo de navegación , el rumbo era lo que no le preocupaba


7
-Siento haberme retrasado Cristina- le digo - buenos dias, café por favor-la camarera me atiende al sentarme

-cuentame anda, que barco es ese- cristina sonríe con cara de darme el capricho, sonrio, bebo del su baso de agua a la mitad, ella de su café, se hace un silencio con la maquina de calentar la leche.

- es chulísimo

- pero tendrás tiempo para todo?- pregunta, la camarera me trae la taza de café caliente-gracias.

-Será la última locura que haga,- le digo mirando sus enormes ojos serenos y complacientes

-claro, te quiero,- y se hace un silencio entre miradas, un vacio en el tiempo, una nube aparte, la magia que cala nuestra piel hasta llevarnos a una nube.
Suena el teléfono y veo el mismo numero, lo pongo en silencio

-cógelo
-no, ahora no, cógelo tú, yo no puedo

-dame, ¿sí?- contesta Cristina- sí, pero en este momento no se puede poner. silencio al mismo tiempo que el rostro de cristina palidece como conozco que lo hace, lo ha hecho, en momentos de problemas, de tensiones. Tardo en decirme que era un tipo con acento de fuera que no habia dicho su nombre, solo que queria hablar con Miguel.

Supe que el desayuno ya no podía seguir igual, me acababan de fastidiar el sábado, por la mañana, a lo que no podía , no estaba dispuesto a permitirlo. Cristina untaba la mantequilla, decido devolver la llamada

-Espera desayuna, no seas tonto, - insiste ella

-que más da, para quedarme tranquilo, ya sabes que me gusta desconectar, debí de haber contestado anoche.-miro en pantalla el numero sin identificar, el mismo, este, me digo- hola, tengo algunas llamadas, soy Miguel, ¿con quien hablo por favor?,- pregunto al parecerme no oír a nadie, el silencio al otro lado me hace insistir,- Holaa
-Miguel, ¿verdad?-pregunta, por fin oigo, una voz que identifico rápido, Carlos, verdad?

-sí claro yo, Miguel, soy yo, tu mania de no coger el puto movil tio

-Jo estas alterado, te pasa algo?- le pregunto, intuyo a lo que se refiere, es un viejo amigo, de la infancia, hacia meses que no sabia de él

-qué me va a pasar, me hace falta mi dinero, miguel, es mío, estoy muy mal y me hace falta, hace dos años, miguel, dos años ya, entiéndelo, miguel-Carlos estaba alterado, me explica, con aire molesto.

-Tengo que pagar mis cosas y no puedo, entiéndeme, no se como hacerlo, -insiste, me levanto y ando hacia fuera

-sé que no me vas a creer, Carlos, te sonaran a milongas, es por lo que no utilizo el móvil, pero es que sigo igual, estoe igual, - le insisto, estoy mal, arto, estoy de prestado en la casa, no puedo sostenerme por mi mismo, el trabajo no va bien

-pero seguro que comes, quítatelo de ti, no le des dinerito al niño, no lo se miguel, me hace falta- guarda silencio, le digo que quizás esta semana pueda darle una sorpresa, pensando en la posibilidad de que nos acepten un presupuesto, me convenzo en ese instante de que lo voy a conseguir, es mi amigo

-no te cojo el teléfono por que me da vergüenza Carlos, - le digo- me enteré de lo de tu padre, lo siento- le digo

-ya ves, - arréglame algo, por favor, tengo a dos tipos esperándome, les debo, no tengo, puedo tener problemas

-jo, Carlos, me estoy poniendo enfermo - le digo- que puedo hacer

- no dices que esta semana

-si, tengo una posibilidad, a ver si me sale Carlos, esta la cosa muy mal, a ver, a primero de años a ver si me puedo alquilar algo

-tú dónde estas- me pregunta

-con el niño en el piso que te dije

-y encima te dicen papi, te has arruinado tu vida, joder tío, bueno miguel arréglame algo

-dónde estas- le pregunto, se ha suavizado un poco el tono grave de las palabras de nuestra conversación, ambos volvemos a hablar como siempre hemos hablado,

-estoy enfermo miguel, tengo migrañas

-no sabia que sufriera de migrañas

-bueno te dejo que me revienta la cabeza, de verdad, dime algo miguel

Colgamos con un leve saludo, como siempre, pero sutilmente nos despedimos como amigos que somos de siempre.

Me siento y sigo desayunando con Cristina, me quedo mas tranquilo, y le comento lo dicho, lo hablado con Carlos. Era conciente que le debía dinero y que no podía pagarle, nos miramos y nos deseamos suerte para aquel presupuesto.

-Te gusta lo que te envie de mi borrador- le pregunto,

- si claro me encanta, pero antes explícame que es eso del bote ese.-
En su mirada podía ver la ternura con lo que hace las cosas, le caracteriza esa templanza de pensar, hablar y solucionar esas cosillas que pasan.

Le cuento que esta en mi idea, como ya sabia lo de hacerme un balandro, y que para ello necesitaba a ser posible un casco rígido, a ser posible uno ya envejecido, por dos motivos, uno el dinero, lo económico, imprescindible para llevar a cabo, a féliz puerto, nunca mejor dicho el posible balandro, la otra razon, la madera hecha, envejecida, un buen bote marinero, antiguo.


8

En medio de la nada Arturo pensaba en su vida, hacia un análisis de los objetivos a seguir para no caer en la desidia que podía provocar la falta del tiempo social, podía caer en la contemplación. Para evitar esto se conectaba por momentos a temas sueltos de asignaturas que tenia que repasar. Y así le paso el primer día, a la caída de la tarde todo cambiaba, había que empezar por las luces de navegación, el camarote, observar la marea y el viento, las velas y sus cabos de nuevo y ese gusanillo que iba sintiendo, de nuevo con aires de inseguridad. Arturo vio el ocaso y se enfrentaba a la noche en el mar.

En esos momentos que hay de cambio de luz, parece que cambia la vida, como si otra fuera a empezar, claro lo noche, escribía en su borrador. Arturo se sento en la mesa de capitán, y opto por situarse, comprobar mediante GPS de su situación en la carta de navegación que extendió sobre el tablero. Tubo la sensación de estar solo, lo estaba se dijo, sintió perderse en la oscuridad, utilizo los medios para saber donde estaba, que viento tendría en las próximas horas, preparo a propósito las velas, recojio la Génova y levanto el segundo foque, el cambio lo hacio a punta de grillete, como toda la vida, no tenia enrollador de velas.

Vio en la carta que no era recomendado fondear en esta parte, la costa era rocosa, estaba alejado del próximo abrigo. Se habia apartado demasiado durante el dia, lo que por el contrario al atardecer le había beneficiado para tener casi a proa un amplio ángulo de costa.

Las luces de la costa eran puntos lejanos, separados unos de otros por una geografia claramente definida por la oscuridad, las sombras, la imagen inspiro unos renglones mas.

Habia comprobado que nadie lo había llamado, el silencio habia sido su unica acompañante, atrás las estelas blancas de leves olas, brillaban, sobresaltaban sobre el resto del mar. El viento habia aumentado bastante mas, arturo observo como las previsiones se cumplen en la mar, no era como en tierra, alli, recordaba, “alli no dan una“.

Aun era pronto para pensar en descanzar, era temprano , a pesar de que la luz habia caido y los colores del dia se habian cambiado por el azul profundo, por negro y gris; la humedad que empezo a mojar la madera de cubiertade otra manera distinta a las salpicadas por el mar ; Arturo se encendió un cigarro y se sento de nuevo en su mesa. Penso que si se ponia la cosa fea, fondearía cerca de la costa, en ese momento recordo haber leido en alguna de sus novelas, que en cierta ocasión el galeón tubo que apartarse de tierra para asi combatir mejor el oleaje, miro hacia la estanteria frente a el, encima del sofa, por ahí tenia que estar. Se preparo un café solo, soluble, con azúcar.

El "como tú" habia escorado mas, el viento apretaba, decidio soltar un poco de escotas empopar un tanto, lo que por el momento lo acercaba mas a la costa, con lo que rectifico y no mejoro mucho la escora ni la velocidad de su balandro.


9

Por la noche después de pasear a mi bodeguero blanco con cristina por la bahia, me acuerdo de los borradores olvidados y de sus historias. Aquellos paseos por el mismo lugar y en estos otros momentos, en todo un poco.

Cristina y yo miramos cualquier ventana iluminada y se nos antoja un hogar, pero pensamos cada uno en su interior , los motivos por lo que no puede ser de momento.
Laboral, entendemos que no hay constancia, cristina me reprocha que no me he ido antes y yo mismo también, en estos momentos reconozco que tiene razon, antes debajo de un puente, pero después cuando vuelvo a mi dormitorio de paredes verdes oscuras, solitarias y me refugio en ellas, en mi borrador, en mis sueños, imagino que un dia, no muy lejano, un hogar calentara nuestros corazones.

Atrás dejare una vida, pienso, ya vivida y que para nada será vivida otra vez. Cuando recuerdo mis largos paseos a lo largo de la bahía, siempre recuerdo el como tu y su habitante solitario, aquel viejo y su mar. Sea en la época que sea a la que me remonte, daba igual me inspiro uno de esos olvidados, y siempre me acuerdo de el.
Hoy no se por que asunto del azar de la vida, la magia que lleva en el tiempo como equipaje, me identifico con ese viejo del como tu, que un dia me inspiro un borrador y no sabia por que, me ha seguido siempre, en todas las épocas, momentos , aquí en la bahia, cuando volvia de clase y levantaba las persianas pesadas, los libros, a ver si ya estaba el viejo en el barco, le decia a mi padre, cuando detrás mía me preguntaba una y otra vez que ocurría sin recibir respuesta. Hoy, pasado algunos años, encuentro un casco parecido y decido hacerme mi como tu, se lo cuento a cristina y me felicita, mi ultima locura amor, pues claro me responde con esa mirada profunda y de paz.

- que piensa- le pregunto
-en los sueños que tienes- me contesta
Después para saciar mi torpeza de no comer al tiempo mis esperanzas, me introduzco en mi personaje, en el que me identifico e imito de nuevo para seguir escribiendo.

10

Arturo se enfrentaba a los maretones que le habían advertido de esta costa, donde a lo largo de la historia habían zozobrado, donde las corrientes levantan olas con levante y en los fondos duermen siglos de historias, “por ahí iba, pasao el castillo de Hércules“, decía uno que a motor había llegado al castillo para coger unas doradas, allí, en el embarcadero. Era curioso lo que la vida cambia a la persona, las circunstancias hace al hombre, y sobre ello escribía en su borrador con ganas de expresar con claridad todos sus pensamientos.

Atrás dejaba el silencio del pasado, delante tenia al menos la esperanza de estar mas tranquilo con el mismo; robinsón, le viene a la cabeza y sus arrepentimientos y sus reflexiones, algo así sintió al tiempo que un golpe de mar golpeo el costado de babor . Subió al timón, nada a la vista la oscuridad era total, miro hacia tierra y no vio luces, de todas formas estaba alejándose.

La noche fue movida en el mar, olas, marejada, viento y nubes que descargaron poco agua pero lo suficiente para ser la primera noche. Arturo durmió a ratos, cabezadas sueltas en el sofá, ya cerca del amanecer, el viento amaino y entro en una calma que le dejo dormir un buen rato.

Cuando despertó ya era de día, las velas estaba sueltas, inertes, no corría nada de viento, ni racha, absolutamente nada, tenia dos opciones o se acercaba a costa a motor o se quedaba tal cual, esperando al viento, en silencio. Al fin decidió bajar la mayor y dejar un foque de espera.

No eran tiempos buenos para nada, ni siquiera para navegar, el invierno acababa de entrar, y con él, el frío, Arturo necesitaba hacer lo que estaba haciendo, identificarse con su vida, en solitario, en su velero vivienda.

Robinsón de nuevo en su pensamiento, la soledad del pasado, años de supervivencia, de luchas. Se acordó de dios y miro a la inmensidad que le rodeaba y el silencio lo abarco todo, no encontró nada con lo que seguir pensando en el.

El sonido grabe de un motor le volvió en si y miro a babor, de lejos se veía un barco, una proa que venia hacia su situación. La proa de pronto viro en redondo y arturo pudo ver que se trataba de un gran barco, un yate moderno, rapido, de esos que llevan motores potentes y son yates, cruceros de lujos. Al instante que dieron la vuelta, bajo al camarote para coger los prismaticos, después los observo desde la escotilla del dormitorio, de pie sobre la cama dejando caer los codos sobre el techo del camarote. Efectivamente no se habia equivocado, en cuanto a la tripulacion, solo vio un hombre vestido de oscuro, que salio del puente y que lo observaba, un instante de mirada.

Descanso toda la tarde, igual que la calma que le atrapaba sin viento, en aguas tranquilas, profundas, penso y recordo, en sus construmbres, en su próximo trabajo, en su próxima casa, quizás en la próxima vida, en las próximas luces al amanecer, al atardecer, los sonidos, las gentes, y recordó en lo que había vivido en los años que dejaba por popa, en las estelas, como todo marino. La vida se la planteaba de otra manera, no podía ser igual, para eso he venido hasta aquí, a encontrarme conmigo mismo, tarde o temprano tenia que ser así, se dijo en silencio, en su pensamiento. La naturaleza es sabia, nos lleva a veces, si no nos negamos, al buen camino, escribía en su borrador, refiriéndose al estado en el que el ser humano se miente a si mismo, su personaje cojía carácter, pensaba buscando un poco de humor, ironía, donde no lo había.


Leyó un rato después de adormilarse en el sofa, al pairo, sin viento, el como tu apenas se desplazaba, escribio algo, en silencio, tranquilo, “la pena“, pensó, “que no hubiera viento“, la costa era siempre la misma, no avanzaba nada. Hasta que antes de caer la tarde, entro una racha que inflo el foque que colgaba seco sobre el balandro, como si hubiera molestado, como colgajo colgando del palo, como sin vida, inerte, que fea, pensaba, está una vela sin viento, sintió ese alivio al llenarse de la racha fresca, densa, constante y segura que lo llevaria a alguna parte; verse en movimiento, no acordándose de en lo que pensaba cuando estaba inerte su balandro, si de verdad hubiera estado atado de pies y manos y el motor no hubiera arrancado. Y asi interpreto tambien su vida, si hubiera hecho las cosas como era debido y volvio a acordarse de robinsón cuando se acuerda, se arrepiente de todo lo mal que lo hizo para llegar a naufrago y solo en la vida.

Arturo se sentia naufrago y al mismo tiempo deseaba estar solo, nunca lo habia estado, empezar una vida nueva alla donde no existieran los recuerdos, alla donde se sintiese confortable, y de momento ese era su barco. Tal decisión la tomo como le vino, como llegaban los momentos de inspiración de sus borradores.
El como tu escoraba e inclinaba la proa al llevar solo el foque, asi que aproo su velero el tiempo de subir la mayor, sin rizos, a pleno , entera, volvió al timón y recogió escotas, el balandro fue escorando con la rigidez que al como tu le caracterizaba, como todos los que son de madera, pesados, lentos hasta que cojen nudos, rígidos, robustos.

Llevaba el timón en sus manos, sentía el viento , la proa se levantaba y bajaba entrando en el mar que se embravecía según entraba la noche. Arturo, puso el timón automático tan pronto observo que mantenía el rumbo fijo, observo la posible deriva, su balandro iba sin esfuerzo ninguno; y entonces bajo al camarote, encendió la luz de su mesa, fue la primera, la mas fasil y después la de encima del sofá, donde las estanterias de libros, e intento escribir algo, recordaba moby dick y se le infundía una noche de viento y luna, siguió recorriendo con su mirada las estanterías y por fin se sento en su mesa.

Cuando la luna estaba alta, arturo pudo oir un motor de sonido grave, a pesar de la marejada y el viento, la falta de visibilidad, cada vez lo sentía mas cercano, bajó a su mesa y vio que efectivamente aparecia en pantalla una embarcacion que se diria hacia su situacion, sin variar ni un apice el angulo de su derrotero. El viento entraba por la escotilla de entrada, se subio los cuellos del abrigo y salio afuera, junto al timon, preparandose para un encuentro fortuito.

De pronto como si apareciera sin sonido que lo advirtiera, por sorpresa, aparecio aquella proa blanca como si de una ballena se tratara, aquel yate de lujo, enorme , iluminado, ostentoso en aquellla mar embravecida, atravesando por proa, como una ola gigante, todo el costado iluminado por ventanas y cristales, habia gente, arturo estaba como inerte, sin saber que movimiento hacer, y si hacerlo, comprueba por instinto el espacio entre su proa y el costado de la ballena, pasan de largo ambos, y es entonces cuando le aparece el coraje, levanta el brazo y les grita al viento,!! cabrones.

Al poco tiempo observo como aquel yate daba la vuelta y de nuevo aproaba hacia el, sintio miedo y se vio solo, no sabia que hacer, cojio la linterna e hizo señales, levantaba los brazos, ¿que querian estos?, se pregunto

-se encuentra bien?- pregunto un hombre grueso de oscuro, arturo lo reconocio, sintio frio.
- yo bien y usted que tal, le he, molestado?, digame -preguntó irónicamente-
-oh, no señor, le ruego me disculpe, ¿necesita algo?, ¿le podemos ayudar?,
-vengase de fiesta hombre-grito uno desde la bañera de popa
-perdónelos andan ya borrachos- volvio a gritar el hombre de negro, grueso, de pelo engominado hacia atrás.-lo podemos remolcar hasta el puerto-insistió
-estoy bien, gracias-volvio a gritar

Arturo no quiso seguir gritando, el viento y el oleaje, su balandro iba fuertemente escorado, mientras ellos seguían con los motores avanzando sin problemas, los borrachos esos, pensó; se sintió mal y con coraje viro noventa grados a estribor y recogió las escotas fuertes, el yate blanco siguió su camino.

La navegación nocturna tampoco era su fuerte, al menos hasta ahora, arturo navegaba rumbo a la costa , debia de haberse alejado demasiado, pensó; ciñendo escoraba mas, tambien iba mas rapido . La costa que tenia delante debía de ser oscura muy oscura, apenas veia nada, el viento parecía apretar por momentos, el como tu solo hacia escorar, en cambio no sentía Arturo ningún tipo de inseguridad , debió de ser, pensaba, extrañado de que no le impresionara navegar así, solo, escorado, ante una zona desconocida, que era el coraje, el malestar que llevaba dentro de haberse encontrado con ese tipo de personas, cuando precisamente de una de las cosas de las que huía era de la frivolidad humana; y otra, no le gustaba las peleas, los problemas.

A lo lejos diviso unas luces que debía de ser algún pueblo costero, prefirió no soltar el timon para bajar y ojear la carta, porque entre otras cosas al aproar hacia aquellas luces, tenia que tocar las velas, escotas, pensó incluso en recoger un rizo en la mayor y asi quitar trapo.

Navegaba de través al viento por estribor y bajo a ver si todo estaba en orden, al ver la pantalla, comprobo que navegaba en paralelo a la costa y que efectivamente habia un entrante, unas casas, unas luces que vio; en cambio, las coordenadas que llevaba en cartas no marcaba ciudad ni puerto. Eso no le quito las ganas de fondear, la mar estaba demasiada gruesa.

Tardo una hora en llegar a esas luces que no eran mas que una gran casa costera en lo alto de un acantilado y antes de llegar se habían apagado unas farolas o focos que alumbraba al suelo, lo que debía de ser una pista de algo. Se acerco tanto que encontró la entrada a una bahía, pequeña, sin iluminar, resulto ser una calita. Arturo viro dos veces antes de decidir entrar, comprobando a cada instante la profundidad en el sonar, y después de comprobar que no se atrevía a entrar a vela, aproo al viento, soltó el timón y bajo las velas, primero la mayor, dejándola caer sobre el techo de la cabina y en su botavara, y el foque lo agarro como pudo a la proa, amarrándolo incluso con las mismas escotas. El oleaje era fuerte, a motor lo llevo primero para fuera y después viro y entro recto lento, el mismo oleaje formaba unas corrientes que una vez dentro tubo que virar a babor todo el timón, y por fin las aguas eran tranquilas, una ensenada, una suerte sintió Arturo. Fondeo en el lugar que mas le convenció para pasar la noche. Recogió las velas y sus escotas, se convenció del fondeo, encendió la luz de fondeo del mástil, apagó el motor y el silencio lo relajo nada mas sentirlo.

En su camarote no hacia frío, de todas formas tenia puesto un jersey de lana azul oscuro, marino, estaba cómodo, se hizo unos huevos fritos con patatas, limpio lo que había ensuciado y se sirvió un güisqui. Después volvió a su mesa a escribir.

11

Miguel, ese es mi nombre, me digo mirándome al espejo, en mi rostro veo los años, pero más que años, como algo físico, años mentales quizás, experiencias, momentos, no es otra cosa que un poco de tiempo mas, despierto, viviendo, muriendo. Crezco mentalmente y muero finamente, mi naturaleza me contradice. El tiempo no existe, la vida si, es materia mi vida, mis rasgos, pero mi tiempo lo fabrico yo. Si fabrico mi tiempo, mi vida igualmente me puedo fabricar.


Indiscutiblemente me pongo a escribir en el momento que logro entrar en el mundo de Arturo, mi personaje y al mismo tiempo decido hacer mi barco. Mi última locura la titulo, esta empresa, hacerme mi barco vivienda, en serio, me lo digo al espejo, al fin y al cabo que hay de malo, vivir una temporada, y más ahora. Sigo escribiendo y busco un argumento, algo que motive al personaje, lo borro y empiezo de nuevo hago la temporalidad en el espacio y eso en un párrafo, la magia de las palabras, la magia de la imaginación en conjunto todo ello de la vida y espacio, tiempo.

Mi hijo me llama y me pide un cigarro, se lo doy y vuelvo a mis cálculos vitales, cuanto me costara transportar y a donde llevare el casco viejo, como, donde, cuanto, estoy parado, espero llegar a fin de mes, lugar, prestado, jo lo tengo jodido, me miro en el pequeño espejo y empiezo de nuevo, no dejo de imaginar, Arturo es más feliz, vuelvo al borrador.


-cuando aprenderás a ser un ciudadano normal?- me pregunta el del espejo

-es que no lo soy?-pregunto

-no

-y eso?-yo

-ahora quieres hacer todo lo que no quisiste hacer en su momento

-¿lo lograre?-pregunto

-mejor pregúntatelo en el espejo-me dijo

-yo no quiero alcanzar ninguna gloria, solo quiero vivir normal,

-tú sabes, que es normal?

-claro

.pues hazlo listo

-es lo que pretendo, estoy en ello

-lo ves- me dijo- si lo supieras lo habría hecho


Mientras me centro en mi personaje, oigo el viento que empieza a soplar de levante, ha rolado. Mi perro duerme apoyado en mi pierna, de fondo tengo un debate sobre la crisis, se me pasan por la cabeza muchas cosas, he dejado de mirar al del espejo, que resultó ser un tipo raro, un listo, me lo creo como parte de una historia, pero lo cierto es que también busque la fórmula idónea, la más justa y la verdad es que no alcance haberlo hecho bien, mi vida ha sido, simplemente. Ahora pienso en crearme una existencia, distinta, a ver si soy capaz de conseguirlo, a mi antojo, lo que me apetezca, a ver.

Suena el teléfono móvil

-hola?

-como lo llevas?, te he asustado?

- ah hola Carlos, que tal-le pregunto- en realidad me corta el rollo

- pues nada, como llevas lo de mi pasta- me pregunta directamente

-ya ves, agobiado, tengo pocas probabilidades de pagarte tan rápido, ojala pudiera firmar una obra, pero precisamente me he puesto a estudiar oposiciones por eso, no quisiera estar así toda mi vida.

- sabes algo de tu ex?- me pregunta

-no, poca cosa, ahí va, ¿por?- le pregunto extrañado, Carlos sabia todo de mi vida, hace tiempo de mi separación, no logro entender la pregunta

-como te lo creíste lo de la piba esa- me dice

-que quieres decir-

-va, ya lo hemos hablado, venga te llamo, hablamos, cuídate- sin más colgó, debía de ir en su coche de sesenta mil euros, el manos libres se notaba bastante.

Somos náufragos de nosotros mismos.

Cuando cuelgo me acuerdo de Cristina y me da coraje no poder estar con ella, también pienso que no se merece estar aguantándome como lo ha hecho, pero cada vez que se lo digo, mas noto que está conmigo. También Carlos me ha hecho pensar en mi ex, ahí estará, en su casa, tranquila, supongo, sabe lo que quiere.

Intento de nuevo volver al borrador y vuelvo a pensar en la posibilidad del barco, me rio para mí, pero no lo descarto, calculo por encima y veo que lo que no me haga yo mismo, nadie me lo va a regalar. No sé cuando lo voy a llevar a cabo.


Suena el móvil

-hola Cristina, que haces

-tumbada en el sofá, estoy cansadísima

-normal

Nos reímos y somos conscientes de ello, guardamos sin palabras la complicidad, como un secreto.

-me ha vuelto a llamar Carlos

-y eso?-pregunta extrañada

-va en serio, como si no supiera que estoy parado, le da igual, pero no te preocupes-le digo-se lo explicare en persona

-ahórrate eso, esta súper liado, ni siquiera vendrá sino viene a cobrar- tenia razón, Carlos era amigo mío, estaba muy apurado, lo conozco, se habrá pufado con esto de la crisis, -le cuento- y estos, los prestamistas que me imagino como serán, lo estarán acosando con los atrasos

-pues seguro- me contesta- de todas formas ten cuidado con él, no vaya que te eche la culpa de su deuda, no sé, es tan rarito tu amigo Carlos.

-no es raro, es un cosmopolita, es un tío de mundo y amigos hasta en el infierno, últimamente sabes que gastaba demasiado, a mi gusto se ha entrampado demasiado, no es más que un afectado de esto del bulo inmobiliario.-le digo, Cristina me contesta con voz baja, casi no le oigo,-

-pues sí, es un rollo esto del dinero